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Cuando las manos, o los dedos de los pies, se enfrían tanto que ni siquiera sus mejores guantes y calcetines pueden mantenerlos calientes, esos pequeños bolsillos de plástico con polvo mágico que llamamos calentadores de manos pueden brindarle un gran alivio. Es bueno tener calentadores de manos en caso de emergencia, y son perfectos para guardarlos dentro de los guantes durante las actividades de invierno como esquiar en la nieve, patinar sobre hielo o simplemente mirar a su equipo de fútbol favorito.
Pero, ¿cómo funcionan exactamente estos pequeños paquetes? ¿Están llenos de diminutos demonios que calientan tus manos con el fuego del infierno? ¿O es algún químico horrible que convertirá tus manos en seres sintientes que quieren vivir independientemente del resto de tu cuerpo?
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Afortunadamente, la ciencia detrás de esos calentadores de manos es bastante simple. Resulta que usan el mismo proceso que transforma el hierro en óxido, solo que mucho más rápido.
Hay cinco ingredientes principales dentro de un calentador de manos:
El primer calentador de manos se inventó en Japón hace casi 100 años, en 1923. Hoy en día, vienen en paquetes de malla envueltos individualmente y sellados en plástico.
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Los paquetes son microporosos, lo que significa que tienen pequeños agujeros que dejan pasar el oxígeno. Los calentadores para manos tienen orificios muy pequeños, mientras que los calentadores diseñados para pies tienen orificios más grandes (pero muy pequeños). Esto se debe a que hay menos aire dentro de las botas y los zapatos, por lo que esos calentadores necesitan más oxígeno para activarse.
Para calentarse, el oxígeno reacciona con el polvo de hierro, el agua y la sal del paquete, lo que oxida el hierro. (La oxidación también se conoce como herrumbre.)
Pero cuando el guardabarros de su automóvil o la pala de su jardín se oxidan, no se siente caliente. Eso es porque ese proceso ocurre muy lentamente. La reacción exotérmica (la que genera calor) se acelera en los calientamanos para que notemos el calor.
La vermiculita es un mineral que absorbe agua. Ayuda a mantener bajo control la cantidad de agua dentro del paquete para que el proceso de oxidación pueda continuar. El carbón activado ayuda a dispersar el calor de manera uniforme para que no queden puntos calientes en la piel y controla el ritmo de la reacción.
La vermiculita y el carbón activado funcionan junto con la oxidación, por lo que el calentador de manos puede durar entre ocho y diez horas en promedio.
Así que no son demonios, no son químicos aterradores y ni siquiera es magia. Pero el calor en ese calentador de manos es tostado; esos pequeños paquetes pueden producir temperaturas entre 100 y 180 grados Fahrenheit (37 y 82 grados Celsius), lo que debería mantener tus dedos agradables y cómodos. Y es totalmente seguro tirar los calentadores de manos usados a la basura. No se requiere equipo de materiales peligrosos.
Los calentadores de manos reutilizables funcionan un poco diferente. Tienen una solución de acetato de sodio sobresaturada dentro del paquete. A medida que la solución cristaliza (el sodio es sal), libera energía en forma de calor. Para reutilizar estos calentadores de manos, hierva el paquete cerrado en agua para que los cristales vuelvan a ser líquidos.
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